Tienen el don precioso de la vis cómica, resultado de la mezcla mágica del talento y el trabajo con la pátina del humor, siempre liberador y benéfico. Gozan del brillo que da la bohemia. “Son personajes trashumantes, equívocos y sin tiempo”, que diría León Felipe. En su presencia evocamos al Gordo y el Flaco, a los Zampanó y Gelsomina fellinianos, a los pulsadores olímpicos de época Tino y Toni del Circo Roncalli... Resultado: un divertimento de la fuerza, la obstinación y la ingenuidad, versus la agilidad y la picaresca. Juntos son: el disparate, 'mucho más que dos', la parodia de los humanos convencionales y sencillos... Les reconocemos como la imagen del espejo en la que los nos vemos reflejados los seres humanos convencionales de a pie, contemplándonos esperanzados y luchadores.
Este espectáculo lo encuentras en el bullicio de una plaza o en la intimidad de un teatro y no te suelta; se viene contigo a casa y se instala en las entrañas del hogar, cerca del olor a manzanas de la alacena de madera, entre lo que emociona al alma. Con el 'timing' del cine cómico, mezclan ponderadamente las técnicas circenses de la acrobacia y los olímpicos, el virtuosismo de sus malabares y una sutil invitación a la participación del público.
Su historia es la de la autenticidad del que quiere agradar, encontrar un sitio en el mundo con las valiosas herramientas de la entrega generosa y la sinceridad. Nano y Tite, habladnos de nuestra vida, contadnos de nuevo vuestro cuento.
